En verano, el cuidado de la piel adquiere una importancia crítica debido a la mayor exposición a los rayos ultravioleta (UV), el calor y la humedad.
La radiación UV puede causar quemaduras solares, fotoenvejecimiento prematuro (arrugas y manchas), y aumenta el riesgo de diferentes enfermedades relacionadas con la piel. Por ello, usar protector solar de amplio espectro con un SPF de 30 o más es esencial para proteger la piel de los daños causados por el sol, además de un fotoprotector oral.
El calor y la humedad también pueden aumentar la producción de sebo, obstruye los poros, y provocar brotes de acné. Mantener la piel limpia con limpiadores suaves y evitar productos agresivos previene estas complicaciones.
La hidratación es fundamental, ya que el sol y el calor pueden deshidratar la piel, haciéndola más propensa a irritaciones y descamaciones. Usar hidratantes ligeros y beber suficiente agua ayuda a mantener la piel suave y elástica.
Finalmente, los cuidados post-sol, como el uso de geles con aloe vera, son vitales para calmar la piel y reparar los daños tras la exposición solar.
En resumen, una rutina adecuada de protección, limpieza e hidratación es vital en verano para mantener la salud de la piel. No obstante, no olvides mantener una dieta rica en frutas y verduras frescas, que proporcionan antioxidantes y vitaminas beneficiosas para la piel e incorporar complementos alimenticios con vitamina A ya que desempeña un papel muy importante en el mantenimiento del funcionamiento normal de la piel y las mucosas.
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